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Como mencioné en el primer artículo relacionado con los iconos, símbolos y tradiciones de la navidad. Existen personas que argumenten que no solo la celebración, si no, todas las tradiciones de la misma son una abominación a Dios. Parte de las costumbres navideñas tienen mucho que ver con el uso de iconos, símbolos y tradiciones. ¿Son malas? ¿Son pecado? ¿Es idolatría? ¿Es abominación a Jehová? Veamos algunas de estas:

NACIMIENTOS O PESEBRES

Los llamados “pesebres” o “nacimientos” son recreaciones de la estampa del nacimiento de Jesús en Belén, hechos tradicionalmente con figuras de madera o yeso que representan a José y María, a Jesús llamado “El Niño Dios” junto con un buey y una mula. Esto es representativo de lo que ocurría en algún tipo de establo. Casi siempre, va acompañado de figuras angelicales, una estrella y los pastores adorando al “Niño”. Completan la representación las imágenes de los “reyes magos” que llegan del Oriente. Esta recreación de la estampa del nacimiento de Jesús, integra los acontecimientos relatados especialmente en el evangelio de San Lucas.

La práctica de la elaboración de esta estampa navideña es de origen y raigambre esencialmente cristiano-católica. Al hacer una búsqueda del tema, podemos leer:

“Son muchos los hogares que confeccionan verdaderas obras de arte, en conmemoración del nacimiento de Jesús, tradición que tuvo su origen en Italia del siglo XIII y alcanzó su apogeo artístico, medio siglo después, en Nápoles. Fue concebido por San Francisco de Asís y llevado a otros países por los frailes de su Orden”. “Ahora bien, a su regreso de una peregrinación a Tierra Santa, San Francisco de Asís, obtuvo del Papa Honorio III, generoso protector de las órdenes mendicantes, el permiso para celebrar la Navidad de un modo especial. En la diminuta aldea de Greccio, la víspera del día de la Navidad de año 1223 construyó San Francisco con la ayuda de un terrateniente local, llamado Giovanni Delita o Velita, según algunos autores, un nacimiento en el que aparecían las figuras de San José, la Virgen y los Pastores, así como un asno y un buey recogidos de los campos”.

En Guatemala

Es de suponer que la práctica de la elaboración de los “nacimientos” o “pesebres” vino a América con la llegada de los españoles, especialmente con las primeras misiones de religiosos católicos. Junto a esta tradición emblemática de la Navidad, la iglesia cristiana-católica reúne las más variadas tradiciones de la época, pues evocan la Navidad desde las celebraciones de Adviento, las liturgias especiales del día 24 de diciembre por la noche y 25 por la mañana; el día de los Santos Inocentes el 28 de diciembre que rememora la matanza de los niños hecha por Herodes; el día de la circuncisión el dos de enero, el día de la visita de los reyes “magos” (remplazando epifanía) el seis de enero; hasta el día de su presentación en el Templo, a principios de marzo.

También realizan, en los días anteriores a la Navidad, las “Posadas” que son una especie de teatro popular en donde se hacen recorridos procesionales con cantos religiosos y que, en la escena, recrean el momento cuando Jesús y María llegan a Belén a censarse y no encuentran posada y el nacimiento ocurre, por esa razón, en un establo.

Mis raíces cristianas son de origen cristiano-evangélico y recuerdo aún en el pueblo de donde es procedente mi familia ver estas “posadas” y oír aquellos cantos dolientes, místicos y tristes que hablaban de la forma en que Cristo había venido al mundo en un pobre “pesebre”. Desde luego, también en nuestra iglesia evangélica, había celebraciones navideñas que marcaron para siempre mi vida.

Al punto que quiero llegar es el hecho de que, muchas veces, por querer distanciarnos los unos de los otros en ocasiones por cuestiones doctrinalmente válidas, no participamos en estos actos del todo, lo cual puede ser prudente. Algunos los consideran puramente hechos históricos y otros inapropiados. Pero si somos honestos, nada de lo que estas costumbres transmiten niega el mensaje central del relato bíblico. Aunque si se que muchas personas ven en estas imágenes representaciones LITERALES de los personajes, creo que debemos de entender un poco la idiosincrasia y el uso de imágenes dentro del mismo texto. También creo que esto es un falso principio de identidad, porque mi definición cristiana no debe darse a expensas de la negación de otra que afirma puntos esenciales del evangelio, salvo cuando las diferencias son del todo insalvables.

Aún en la actualidad, aunque no practico estas costumbres, creo que puedo libremente disfrutar de estas imágenes (no estoy hablando de una «imagen» en el sentido católico-romano, sino en su sentido literario) No creo que exista pecado en ver, contemplar e incluso meditar en lo que un “pesebre” o “nacimiento” comunica, TODA VEZ sepamos que lo que rige nuestra narrativa es el texto en sí mismo. Existe una gran diferencia entre ser cauteloso y prudente con las costumbres como estas a ser alguien que las demoniza y condena en su totalidad.

El Primer Nacimiento y San Francisco de Asís

El primer nacimiento se realizó en Italia, en una población llamada Greccio. Esta ciudad en la actualidad, es un santuario histórico de la iglesia. Esta obra fue atribuida a San Francisco de Asís mas o menos en el año 1223.

Cuenta el autor Tomás de Celano que cada día, en tiempo de Adviento, los frailes cantaban alabanzas del Señor junto con otras personas. Grandes y pequeños, salían de sus casas cantando: “Alabado sea el Señor”. Celano asegura que la Encarnación era un componente clave en la espiritualidad de Francisco y quiso, en una ocasión, celebrar el acontecimiento y hacer algo especial que ayudase a la gente a recordar al Cristo Niño y su nacimiento en Belén.
Celano nos dice que, inspirado por el Evangelio según San Lucas (2, 1-7), unos quince días antes de la Navidad en época de Adviento, mandó llamar a Juan de Vellita y le dijo:
“si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”.
Todo se celebró como estaba previsto: la noche de Navidad, la gente del castillo se dirigió al lugar donde vivían los frailes, cantando y con antorchas cruzando alegremente el bosque. En una cueva prepararon un altar sobre un pesebre, junto al cual habían colocado una mula y un buey. Aquella noche, como escribió Tomás de Celano, se rindió honor a la sencillez, se alabó la humildad y Greccio se convirtió en una nueva Belén.
Para una celebración tan original Francisco había obtenido el permiso del Papa Honorio III. La homilíacorrió a su cargo, pues era diácono, y mientras hablaba del niño de Belén, se relamía los labios y su voz era como el balido de una oveja. La gente volvió contenta a sus casas, llevándose como recuerdo la paja, que luego demostró ser una buena medicina para curar a los animales.

LA ESTRELLA DE BELÉN

Otro ícono de la época es la famosa «Estrella de Belén» la cual muchos colocamos encimad el árbol de navidad. Este hecho de la aparición de la estrella, conocida como la “Estrella de Belén”, ha puesto a muchos estudiosos seculares a hacer averiguaciones acerca de algunos acontecimientos astronómicos, como la supuesta coincidencia con la aparición de un cometa u otro fenómeno estelar. Esto, porque toman en forma literal el relato contenido en Mateo 2:2 en cuanto a la visión de la estrella.

Es mi criterio personal que la “Estrella de Belén” fue un fenómeno luminoso, angelical, derivado de todo el movimiento angélico que hubo en los cielos con el nacimiento del Mesías. No era en consecuencia un astro o una estrella en el sentido, físico, material. El Dr. Arnold Fruchtembaun, traducido y adaptado por André Beitze en el libro “Navidad el Regalo esperado”, en el cual dice que la estrella no pudo ser una estrella real porque:

  1. Esta estrella aparece y desaparece en dos o más ocasiones
  2. Mateo 2:2 dice: “Porque su estrella hemos visto en el oriente”. Aquí dice que esta estrella es la posesión personal del Mesías. Este es un enunciado que no se hace con otras estrellas.
  3. Esta estrella se mueve de este a oeste.
  4. La misma estrella se mueve después de norte a sur.
  5. Esta estrella se detuvo exactamente sobre una casa en Belén”.

El comentario anterior podría deja sin duda el hecho de que el fenómeno no se trataba de una estrella física. Ahora bien, en cuanto a la naturaleza del fenómeno, creo que se trató de ángeles de luz. Pero, el autor mencionado en el libro citado sostiene otra tesis relacionada con la estrella y dice que fue “la Gloria de Dios, la “Shekina” quien les indicó a los “magos” del Oriente, cuál era la casa en donde había nacido el Mesías. Esta tesis tiene también suficiente sustento bíblico, especialmente en los relatos de la liberación del pueblo de Israel y su recorrido por el desierto en donde Dios se les manifestaba de día en forma de nube y de noche en forma de llama de fuego.

De nuevo, imágenes e iconos que apuntan ¿a qué? al mismo texto bíblico. Recordemos, una cosa es tener adornos o elementos en un lugar, otra cosa es rendir adoración a estos objetos creyendo que ellos son dioses o pueden de alguna manera hacer lo que sólo Cristo puede hacer, ser un intermediario entre Dios y nosotros

LOS COLORES DE LA NAVIDAD

En los últimos años he visto la manera cómo, especialmente la publicidad comercial en los días antes de la Navidad (cuestión que NADA tiene que ver con la verdadera Navidad o época de Adviento bíblica) invade de propaganda todos ámbitos sociales promocionando mercancías con los colores y símbolos navideños.

Los colores tradicionales y originales de la Navidad son el blanco, el rojo, el verde, el azul, el dorado y el plateado. Estos colores tienen su propio significado. A.B. Simpson en su libro “Cristo en el Tabernáculo”, dice que:

“Los colores estaban constantemente mezclados en el Tabernáculo, dominando especialmente los tonos blancos, azules, rojos y púrpura, todos los cuales apuntan a las cualidades suyas (de Cristo); el blanco, su pureza inmaculada; el azul, su origen celestial; el rojo, sus sufrimientos y su muerte; el púrpura su gloria real”.

Agreguemos a estos, y tal vez de una manera «muy jalada» para algunos, los colores dorado y plateado que representa el oro y la plata, pudiendo ser un significando de su poder y dominio; el verde que se relaciona con la vida de la naturaleza, o de alguna manera, la esperanza de una vida más allá de la muerte y el color carmesí, símbolo de su sangre derramada.

Los colores de la Navidad no son antojadizos o «los de moda» como en los últimos años los pretende presentar la propaganda comercial, desviando de alguna manera sus significados so pretexto de modernizar su mensaje.

Por cuestión de tiempo, no mencionaré el tema de los pastores y de los “magos de Oriente”, porque no han sido objeto de cuestionamientos tan severos que pueden ser meritorios de otro post el otro año. Lo único que vale la pena resaltar es el hecho de que no se trataba de “magos” o “adivinos” sino de sabios, de personas estudiosas de la Escrituras y que, según algunos comentaristas y maestros bíblicos, aun los regalos llevados por ellos tenían su propio significado: El oro, que simboliza el reinado; el incienso, que simboliza la divinidad; y la mirra, que simboliza la muerte, el sacrificio y la redención.

No olvidemos tampoco el simbolismo de los regalos navideños tiene su principal origen en el regalo de la Gracia de Dios para la salvación humana, porque esta no tiene ningún costo para nosotros porque Cristo pagó en Su crucifixión, la expiación de los pecados del hombre. También la práctica de los regalos navideños se desprende de la visita de los sabios a Jesús en Su nacimiento cuando le llevaron presentes o regalos, reconociendo en Él quien verdaderamente era: el Hijo de Dios. Así es que, cuando regalemos algo en Navidad, recordemos siempre el regalo de Dios para el hombre: Su propio Hijo.

También recordemos que esto fue por pura gracia, lo que debería informarnos también cómo NO debemos hacer esta representación con nuestros hijos especialmente. «Si te portas bien… si haces x o y… entonces, te daré un regalo» Regalamos porque amamos. Disciplinamos y corregimos en el momento, porque así lo manda la palabra, y lo hacemos como verdad (disciplina) y gracia. ¡Feliz Navidad!

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