Después de casi dos meses de no escribir debido a una serie de complicaciones de salud en la familia y personales,voy de regreso con el blog.
Desde hace ya dos años que estamos viviendo en nuestro país una serie de acontecimientos politico-sociales que causan división y cada vez parecen ser más sacados de alguna de las series de televisión como House of Cards, 24 o Designated Survivor.
Esto no es para nada algo nuevo, si conocemos un poco de la historia no solo de nuestro país sino del mundo entero, estos conflictos siempre han existido.
Conservadores y liberales, izquierda vs derecha, ejército vs guerrilla, ladinos vs indígenas, etc.
Estas etiquetas han de alguna manera servido para identificar la forma de pensar y ver los espectros sociales de nuestro entorno, pero la verdad es que, a pesar de que las etiquetas ayudan, estas han funcionado más como un símbolo de división y enfrentamiento constante en medio de nuestra sociedad.
Hace algunos días cuando surgió de nuevo un revuelo por el tema de CICIG vs Presidente. Y, a pesar de que estoy acostumbrado a ver «encontronazos» en las redes sociales (especialmente cuando juega el Barca y el Real 🙁 *sigh*). Me sorprendió y lastimó ver cómo «hermanos en la fe» se tildaban de ignorante, ridículo, idiota, resentido, etc. a consecuencia de todo este circo mediático provocado por medios de comunicación irresponsables.
¿SERÁ UN PROBLEMA SOCIAL?
Por años hemos creído que los problemas y situaciones políticas, de raza, ideología o gustos personales son un problema social, pero si realmente entendemos el texto bíblico no podemos catalogarlo como problemas sociales sino como un problema de Evangelio.
Los problemas de una sociedad no son más que el reflejo de los corazones que componen esa sociedad. El que alguien se sienta en la libertad de insultar, hacer de menos, categorizar o marginar a alguien que no piensa igual que él, no es un problema de la sociedad, es un problema del corazón de esta persona.
Si bien creo que el texto biblico puede dar luces respecto a cómo moldear nuestra cosmovisión, es realmente inmaduro creer que podemos hacer la biblia a un lado para así poder hablar de política, raza, ideologías o gustos personales. Es la misma palabra de Dios la que forma y moldea nuestro pensamiento respecto a estos temas. Es la biblia la que nos llama a tener una vida (cosmovisión) centrada en el evangelio.
CORINTO
Hace unos meses iniciamos a predicar una serie de sermones basados en la primera carta del Apóstol Pablo a los Corintios. Esta serie la titulamos «Iglesia Pródiga» y es una serie de mensajes de Pablo instando a los Corintios, dentro de otras cosas, a madurar y a dejar las niñerías que provocaban división en la iglesia.
Corinto era una de las ciudades más importantes de Grecia y era conocida por su comercio, cultura, religiosidad y también por su inmoralidad. Todos estos factores eran razones para que en la iglesia se dieran los problemas de inmadurez y división como se estaban dando.
Algo importante de entender es que Pablo reconoce que era una iglesia que conocía a Jesús y que había recibido dones de parte del Señor (1 Cor. 1. 4-7) pero su inmadurez y división imperaba en medio de ellos (1 Cor. 3:1-4).
Muchos de los miembros de la iglesia se dejaban llevar por la elocuencia, fama y retórica de algunos maestros y esto empezó a crear favoritismos y división respecto a quien era el mejor maestros. Entre ellos estaba Apolos, Cefas, Pablo y hasta Cristo. (1 Cor. 1.12) A los Corintios no les importaba tanto lo que los maestros decían sino cómo lo decían.
GUATEMALA
En Guatemala he visto cómo todos estos tipos de «bandos» han creado y siguen creando división dentro del mismo cuerpo de Cristo. «Yo soy de izquierda» «Yo de derecha» «Yo apoyo al Presidente» «Yo apoyo a Ivan» «Yo voté por X» «Yo voté por Y».
Tanto en este contexto político-social que hemos visto en las últimas semanas como en otros aspectos, siempre tendremos esa tendencia de crear o irnos por bandos cuando se trata de opiniones.
Esto en sí no es nada malo, como humanos siempre vamos a diferir en opiniones, el problema es cuando estas opiniones de algo de segunda o tercera importancia (algo que no sea la esencia del mensaje del Evangelio) nos divida y provoque rencillas, insultos y resentimiento dentro de una misma famila (la Iglesia).
PABLO RESPONDE A LA DIVISIÓN
Pablo, como lo hace a través de toda la carta a los Corintios, les responde de una manera Cristo-céntrica y apuntando al Evangelio. En el verso trece, el empieza de manera retórica (irónicamente) a hacerles una serie de preguntas.
Comienza hablando diciendo en el griego «memeristai ho Christos?» (lit. ¿Está siendo Cristo dividido?). Es interesante que algunos intérpretes traducen la frase no como una pregunta sino como una exclamación (¡Cristo está divido!). En cualquiera de los dos casos el significado no se afecta. A Pablo le afecta la división en la iglesia de Corinto.
Pensemos ¿Puede Cristo estar dividido? ¿Pueden algunas de las partes afirmar ser el todo del cuerpo? ¿Puede una parte del cuerpo clamar exclusividad para sí mismo? Pablo estaba asombrado de cómo una iglesia que conocía a Jesús se estaba comportando de tal manera.
La segunda y tercera pregunta exaltan el Evangelio. Aun sin mencionar su nombre, Pablo les hace ver el gran error que están cometiendo. Usando su nombre, para no menospreciar a otros y para aclarar que no está exhortándolos con ánimos de ganar adeptos. Pablo les aclara de forma retórica que no fue él quien fue crucificado ni tampoco en su nombre fueron bautizados.
La intención de la retórica de Pablo es hacerles ver lo inmaduro que es para alguien que ha confesado fe en Jesucristo el querer tomar bandos elevando estos a algo más importante que Cristo mismo. En el contexto de los Corintios, nadie podía ser «mejor» que aquel que había sido crucificado por ellos y a través del cual habían sido bautizados.
GUATEMALA Y EL EVANGELIO
En nuestro contexto, es realmente inmaduro el tratar de crear bandos por encima de la unidad que Cristo nos mandó a tener y el amor al prójimo que demanda de nosotros.
En forma de broma siempre hacemos referencia a cosas tan vanas e insignificantes como las riñas y «bromas» entre equipos de fútbol y como las redes sociales revelan la frustración de muchos o el orgullo de otros al ganar o perder un juego. Insultos, bromas, menosprecio, etc.
No digamos cuando se trata de algo como lo que hemos vivido durante los últimos meses. Es frustrante y triste el ver hermanos en Cristo insultándose y tratándose públicamente de ignorantes, retrógrados, fanáticos, ridículos, resentidos, etc.
Hermanos, redimidos por el sacrificio de nuestro Señor en la cruz, adoptados a la misma familia de Dios no por nada de lo que hayamos podido hacer sino, únicamente por gracia, elevando su propio criterio por encima de la unidad que ése mismo Señor que se hizo maldición por nosotros nos mandó a tener.
Esto, por supuesto, no significa que no podamos tener una opinión, posición o apoyar o dejar de apoyar lo que creemos que es correcto. El punto es que estas opiniones y posiciones no se conviertan en una excusa para menospreciar, insultar y hacer de menos a nuestros hermanos en Cristo.
Espero y es mi oración que podamos ser mas prudentes, mas humildes, mas conscientes y honestos respecto a nuestras fallas al querer buscar la sanidad de una sociedad a través de cualquier cosa que no sea el Evangelio.
Sólo el Evangelio nos empodera para no categorizar a otros hermanos bajo otro estándar que no sea la adopción que todos hemos recibido a la familia de Dios por pura gracia de él mismo. Antes que ser de izquierda o derecha, estar a favor del presidente o de Ivan Velasquez, somos hermanos en Cristo, por Cristo y para Critso.
Filipenses 2 (NBLH)
2 Por tanto, si hay algún estímulo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, 2 hagan completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito.
3 No hagan nada por egoísmo (rivalidad) o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, 4 no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.
5 Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que Se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Recordemos que lo que nos une, no es nuestra etnia, ideología, idioma, doctrina o filosofía, lo que nos une como hermanos es la sangre de Cristo.