Este artículo fue escrito originalmente para Coalición Por El Evangelio.
Hacer discípulos de Cristo es el propósito principal de la Iglesia. Seguramente cualquier persona que esté en algún rol de liderazgo en una iglesia local puede recordar e incluso recitar las palabras de nuestro Señor Jesús en Mateo 28 bajo el título de “La Gran Comisión”. De hecho, en muchas congregaciones es el “verso lema” para sus modelos de igle-crecimiento y evangelismo. Sin embargo, dependiendo de a quién le preguntes, el significado de “hacer discípulos” puede variar en su interpretación y práctica.
Discipulado: ¿Para los perdidos o los santos?
Muchos interpretan el discipulado como un mandato de evangelización a los perdidos. Otros lo interpretan como capacitación a los santos. Ambas interpretaciones tienen algo de verdad, sin embargo, el tema de hacer discípulos va mucho más allá de solo compartir el evangelio.
John McArthur explica que el verbo traducido como “hacer discípulos” es mathēteuō. Este verbo lleva un significado más profundo que el simple hecho de hablar a un puñado de gente acerca del evangelio. Este verbo comunica la idea central de un “creyente en proceso de aprender”, un creyente que está iniciando a dar pasos en su fe. Al entender el concepto central del verbo, podemos imaginar por qué la misma palabra compara este proceso como el de un bebé espiritualmente hablando (1 Pe. 2:2). Entonces, debemos reconocer que las palabras de Jesús en Mateo 28 van más allá del momento preciso de la salvación. Estas palabras van directo a la vida de santificación que sigue al momento de la salvación. En pocas palabras, el mandato de nuestro Señor Jesús es de que podamos acompañar y cuidar a estos pequeños en la fe en su caminar cristiano.
Cuando los líderes deshacen a los discípulos
Una vez mientras jugába con mi hijo Alex en el área de juegos de un centro comercial, cuando un niño más grande se le acercó y por querer pasar antes que él al juego, lo empujó y se impulsó sobre él para poder subirse al juego. ¡Este niño usó a mi pequeño para subirse al juego! No quiero describirles las horas que pasé pidiéndole perdón al Señor por lo que sintió mi corazón respecto al niño más grande. Pero este mismo acto tristemente describe lo que sucede hoy en día en muchas iglesias. Líderes que en vez de hacer discípulos, los deshacen. La manipulación, el abuso de autoridad, abuso emocional e incluso sexual son temas que tristemente vemos hoy en muchas congregaciones.
Si eres un líder en tu congregación, sin importar a qué nivel o en qué área de liderazgo estés, sean grupos pequeños, música, artes, enseñanza, etc., debes de entender que las personas que tienes a tu alrededor son personas en quienes debes de invertir y no usar para el ministerio. Son innumerables las historias de líderes que se sirven de quienes les rodean con la excusas sucias, baratas y heréticas como: “Tienes que pagar el precio de tu ministerio”, “Hoy lo estás haciendo por mí, otro día alguien lo hará por ti”, “Si no das la milla extra conmigo, que me ves, ¿cómo la puedes dar con Dios, a quien no ves?”. En estos casos el líder toma muy en serio la enseñanza de Jesús en Juan 13 que dice que si alguien quiere ser el mayor, debe servir, pero nunca se lo aplica a sí mismo. Tristemente para muchos “hacer discípulos” se ha convertido en una excusa para ser servidos y no para servir a los demás.
Haciendo discípulos de Jesús para ser como Jesús
Muchas veces nuestra misma pasión por querer alcanzar a las masas junto con una eclesiología incorrecta nos puede llevar a usar a la gente para nuestros propios propósitos y no para invertir en la vida de quienes nos rodean para la gloria de Dios. Meditemos, oremos y pidamos al Espíritu Santo que nos guíe al arrepentimiento si debemos hacerlo. Piensa en quiénes tienes cerca de ti, en tu entorno. ¿Están siendo usados para el ministerio, o están siendo amados, cuidados y servidos para la gloria de Dios y el ministerio de la iglesia local? ¿Será que no tenemos tiempo, amor y dedicación a quienes tenemos más cerca en nuestro entorno porque estamos ocupados en otras cosas “más importantes” del ministerio? Todo el propósito de nuestra santificación es poder ser más como Cristo cada día. Cada situación, cada momento de nuestra vida está diseñado por Dios en su soberanía para formarnos a ser como su hijo (Ro. 8:29).
Cuando estemos tentados a querer dar el discurso de Juan 13 a quienes nos rodean, recordemos que nosotros somos los primeros que debemos reflejar a nuestro Señor y poder lavar los pies de quienes nos rodean. Ese es el amor y el servicio que refleja a Cristo y por ende, hace discípulos de Él, no nuestros. Ese es el amor y el servicio que hace discípulos sin deshacerlos.