En las últimas semanas hemos estado estudiando los Diez Mandamientos con la Iglesia. El domingo pasado estuvimos estudiando el sexto mandamiento: «No matarás», dos palabras profundas y con muchas implicaciones para nuestra cultura hoy en día, y las cuales generaron en algunos la pregunta respecto a la pena de muerte y su relación con este mandamiento.
Al mismo tiempo, hace unas semanas se dieron a conocer algunas noticas sumamente trágicas respecto al secuestro y asesinato de una menor en el departamento de Petén y el acoso a una niña por parte de un adulto en Baja Verapaz. Estas trágicas noticias son sólo algunas de las que más han tomado fuerza en las últimas semanas, pero tristemente no son las únicas.
Después de estas trágicas situaciones, muchos son los que han alzado la voz pidiendo que el congreso vuelva a discutir la reactivación de la pena de muerte, entre estos, el presidente de Guatemala. Y es en este contexto que, muchos dentro de la iglesia en Guatemala siguen estando divididos respecto a si la pena de muerte es algo respaldado por la Biblia.
Si bien pueden existir otras razones, la mayoría de los argumentos en contra de la pena de muerte se basan en una sola idea: Solo Dios puede dar y quitar la vida, y eso está claro en la Ley Moral Universal que Él mismo dio: Los Diez Mandamientos.
DIVISIÓN DE OPINIONES
Lo afirma el Texto
Muchos son los que afirman que la ley moral de Dios (Diez Mandamientos) afirma claramente que no debemos matar. Esto es, bajo un entendimiento que la ley moral de Dios no fue abolida, sino elevada por el mismo Jesús a un estándar más alto. Fueron las leyes ceremoniales las que fueron abolidas por Cristo, ya que apuntaban a Él mismo. Y las leyes civiles no aplican a nosotros al no vivir en una Teonomía como Israel.
Fue el mismo Jesús que elevó esta ley moral al afirmar en el Sermón del Monte lo siguiente:
21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
Mateo 5.21-22 RV60
Es pues, bajo este argumento (en su mayoría) que muchos afirman que nadie por ningún motivo puede tomar la decisión de quitar la vida de otro ser humano, ya que es un mandamiento claro de parte de Dios, el único que puede decidir soberanamente sobre la vida de un ser humano.
Entonces ¿cómo se puede hacer un argumento a favor de la pena de muerte tomando en cuenta La Ley Moral?
La traducción del Texto
Del otro lado del debate ético teológico, están quienes argumentan que todo el entendimiento del sexto mandamiento debe entenderse bajo la correcta traducción del idioma hebreo. En el idioma hebreo, el sexto mandamiento se lee:
13 »No asesinarás – Éxodo 20.13 BTX –
13 »No cometas asesinato. – Éxodo 20.13 NTV –
Es de esta manera, que el mandamiento en la Ley Moral Universal de Dios no habla meramente de matar, sino, de asesinato, o más específicamente de homicidio.
Entonces ¿quiere decir que la Biblia sí afirma la pena de muerte en caso de asesinato u homicidio?
Permitanme presentar algunas bases de manera muy sencilla por las que creo que la pena de muerte puede encontrar un argumento teológico sólido.
¿CUÁL ES LA BASE BÍBLICA?
En el Antiguo Testamento
Hay muchas menciones de pena de muerte con un enfóque válido. Para iniciar, tenemos el texto de Génesis 9:5-6, que es para muchos el más importante de todos.
5 »Yo exigiré la sangre de cualquiera que le quite la vida a otra persona. Si un animal salvaje mata a una persona, ese animal debe morir; y cualquiera que asesine a otro ser humano debe morir. 6 Si alguien quita una vida humana, la vida de esa persona también será quitada por manos humanas. Pues Dios hizo a los seres humanos a su propia imagen.
Génesis 9.5-6
No sólo a Israel, sino a toda la humanidad después del diluvio (causado por la maldad de la humanidad) Dios mismo afirma que:
La base de la pena de muerte es el cuidado, protección, dignidad y valor de la la vida del ser humano.
¡Esto es crucial para entender el razonamiento de la pena de muerte!
En el Antiguo Testamento también tenemos textos como Éxodo 21:12-17, 29; 22:19; 31:14-15; 35:2; Levítico 20:2, 9-16,27; 24:16,17,21; 27:29; Números 1:51; 3:10,38;15: 35-36; 18:7; 35: 9-34; Deuteronomio 13:5,9; 17:2-12; 18:20; 19:11-21; 21:22; 22:22,25; 24:7,16; Josué 1:18 para nombrar solo algunos. Y a pesar de que existen otros delitos respecto a la ley que requerían este castigo a parte del asesinato, vale la pena señalar que:
Generalmente hablando, el lenguaje de la Biblia no habla en términos de sentencia obligatoria, sino más bien en términos de sentencia máxima.
En el Nuevo Testamento
La Ley Moral del Antiguo Testamento sigue siendo la norma como ejemplificamos haciendo referencia al sermón del monte en Mateo 5. No se da más ley con respecto a este tema en el Nuevo Testamento porque no fue necesaria ninguna aclaración más allá de lo que el Antiguo Testamento ya había dicho.
Además, Pablo indicó que la obligación y la autoridad delegada para aplicar la pena de muerte no se limitaba a Israel. Más bien, Dios delega autoridad a todos los gobiernos civiles para defender este aspecto de la Ley Moral
4 Las autoridades están al servicio de Dios para tu bien; pero si estás haciendo algo malo, por supuesto que deberías tener miedo, porque ellas tienen poder para castigarte. Están al servicio de Dios para cumplir el propósito específico de castigar a los que hacen lo malo.
8 No deban nada a nadie, excepto el deber de amarse unos a otros. Si aman a su prójimo, cumplen con las exigencias de la ley de Dios. 9 Pues los mandamientos dicen: «No cometas adulterio. No cometas asesinato. No robes. No codicies». Estos y otros mandamientos semejantes se resumen en uno solo: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». 10 El amor no hace mal a otros, por eso el amor cumple con las exigencias de la ley de Dios.
Romanos 13.1-14
EL ARGUMENTO ESENCIAL
Como traté de explicar brevemente, el sexto mandamiento no puede ser un argumento sólido en contra de la pena de muerte en caso de asesinato. Y el argumentar que debemos siempre dar misericordia (lo cual es verdad) no debe de estar separado de la verdad de que no puede haber misericoridia sin justicia. El no castigar al culpable es precisamente lo que termina de arruinar el florecimiento social. De eso es precisamente lo que habla Romanos 12-13.
Las escrituras deben ser entendidas contextualmente para poder formar nuestra ética teológica. Lo más esencial respecto al argumento de la viabilidad de la pena de muerte es que:
La dignidad humana no puede ser usada como un argumento en contra de la pena de muerte, sino como base para la misma. Al ser creados a la imagen de Dios, el asesinato merece la severidad de la penalidad
Es así pues, que no es una incongruencia, como muchos sugieren, el que yo sea «pro-vida» y «pro-pena de muerte», ya que, Dios es quien instituye la pena de muerte por el bien de aquellos que viven bajo un gobierno (Romanos 13) y, al mismo tiempo, Dios odia el aborto. Dios odia que no se respete y valore la vida desde la concepcion, es por eso que instituye una ley para proteger y valorar la vida humana regulada por los gobiernos, a quien se les ha delegado la responsabilidad de ejecutarla.
Y si bien hay otras cosas que debemos considerar, como el hecho de que la ley también requiere que existan al menos testigos para ser aplicada (Dt. 17-19, Num.35) y el enfatizar que esta es presentada como la pena máxima y no como la primera vía de castigo, creo que teológicamente puede sustentarse éticamente la aplicación de la misma.
SIN EMBARGO
A pesar de que teológicamente puede sustentarse, a mi criterio y en nuestro contexto, hay que tomar en cuenta algunas cosas muy importantes:
¿Quien aplica la ley?
Es obvio que al momento de pensar en la pena de muerte, no podemos obviar el pensar quienes son los que las aplican y procesan. Y como siempre he dicho, mi confianza en el sistema de justicia de mi país es casi nulo. No sólo porque es dirigido por personas pecadoras como yo, sino porque históricamente hemos visto su estado manipulable y corrompido.
De esta idea también parte lo que creo es el mayor argumento en contra de la pena de muerte, y es que, esto da demasiado poder al gobierno. Esto nos debería también hacer meditar sobre qué poder estamos dispuestos a decir que debería tener el gobierno, el cual debería ajustarse a limitaciones y equilibrios para poder juzgar a quienes asesian.
Nuestro propio contexto
Nuestro país está suscrito al «Pacto de San José» el cual restringe la aplicación de la pena de muerte en nuestro país. Por otro lado, la Corte de Constitucionalidad declaró inconstitucional la pena de muerte en el año 2017 dejando así la pena máxima vigente en nuestro país en 50 años en prisión.
Dentro de nuestro mismo contexto también debemos tomar en cuenta que las estadísticas respecto a homicidios han disminuido drásticamente sin la pena de muerte vigente. Esta información la pueden encontrar en el Informe Sobre la Violencia en Guatemala del año 2020.
CONCLUSIÓN
Es así pues, que a pesar de que hay muchas escuelas de pensamiento cristianas respetadas y hermanos en la fe que pueden tener argumentos respecto en contra de la pena de muerte; y que nuestro mismo contexto de país pareciera «no necesitarla», creo que debemos tener en mente estas cuestiones básicas brevemente explicadas para poder dialogar al respecto.
Así que mi conclusión personal es:
Se puede hacer un argumento teológico ético a favor de la pena de muerte, pero no estoy totalmente convencido de que se reactive en mi país debido a que no tengo confianza en el sistema de justicia. De nuevo, esta es una posición personal y, en todo caso, algo que se puede discutir más allá de lo básico de este post.
Pablo no sólo dejó instrucción de cómo debemos proceder ante el castigo de muerte al ser culpables ante el gobierno, sino que también lo ejemplificó:
6 Unos ocho o diez días después, Festo regresó a Cesarea y, al día siguiente, tomó su lugar en la corte y ordenó que trajeran a Pablo. 7 Cuando Pablo llegó, los líderes judíos de Jerusalén lo rodearon e hicieron muchas acusaciones graves que no podían probar.
8 Pablo negó los cargos. «No soy culpable de ningún delito contra las leyes judías, ni contra el templo, ni contra el gobierno romano», dijo.
9 Entonces Festo, queriendo complacer a los judíos, le preguntó:
—¿Estás dispuesto a ir a Jerusalén y ser juzgado ante mí allá?
10 Pero Pablo contestó:
—¡No! Esta es la corte oficial romana, por lo tanto, debo ser juzgado aquí mismo. Usted sabe muy bien que no soy culpable de hacer daño a los judíos. 11 Si he hecho algo digno de muerte, no me niego a morir; pero si soy inocente, nadie tiene el derecho de entregarme a estos hombres para que me maten. ¡Apelo al César!
Hechos 25.6-11 NTV