Últimamente he visto varios posts y artículos referentes a la corrección en la crianza de los hijos. En un artículo se afirma que la ciencia ha demostrado que el castigo físico puede afectar el cerebro del niño. En otro artículo, se informa sobre la prohibición de usar nalgadas como castigo por considerarse un tipo de violencia intrafamiliar.
Hace unos días, también vi esta imagen, la cual de nuevo presentaba la misma idea de los artículos.
Varias fueron las reacciones, pero algunos sinceramente preguntaban si es que no había otro método mas productivo que el de las famosas «nalgadas». Como siempre, la peligrosa idea de que como sociedades debemos «evolucionar» pone en cuestionamiento los preceptos (hermeneuticamente responsables) de lo que enseña la biblia.
LA BIBLIA
Sabemos como cristianos que la biblia habla respecto a la disciplina de los hijos. De hecho, lo hace casi siempre en contexto de la disciplina física. Especialmente en el libro de Proverbios. (Proverbios 10.13; 13.24; 22.15; 23.13; 26.3; 29.15) vemos también en el libro de Hebreos, que habla de como Dios disciplina y «azota» al que ama y recibe por hijo. (Hebreos 12.6)
Indudablemente la biblia afirma que la disciplina y de la misma con el uso de «vara». Ahora, no necesitamos (o no debemos) pensar que la palabra «vara» tal vez está mal traducida del hebreo, o que, seguramente eso era para «aquellos tiempos». Como cristianos responsables entendemos que existen los principios bíblicos (hermeneuticamente responsables) universales, que, aunque a muchos no les parezca, siguen estando en nuestra única fuente de autoridad en cuestiones de fe y conducta.
LA IMAGEN DE LA VARA
De hecho, la vara era un elemento de la imagen del pastor, quien la usaba para defender a las ovejas de sus enemigos. Dios también usa ese lenguaje para describir su castigo sobre Israel. (Is. 10.5). Pero tengamos cuidado de creer que la Biblia de alguna manera está a favor del abuso físico de los niños (cosa que a muchos les encanta afirmar).
¿Quiere decir esto que siempre hay que usar una vara para corregir? No. Creo que la idea que plasma la palabra es que la disciplina de los hijos definitivamente incluye el uso de la vara para poder instruir a los hijos en la sabiduría (el tema central del libro de proverbios) y para guardarlos de sus enemigos (que a veces son ellos mismos).
Pero mas allá del método, el cual la Biblia lo explica y aprueba (dentro de los parámetros cristianos) creo que es importante no perder el enfoque principal de la disciplina a los hijos. En mi experiencia como padre primerizo, fue algo a lo que fui completamente ciego al principio.
EL PROBLEMA
Cuando hablamos de disciplina bíblica a los hijos, la cual puede incluir disciplina física, tenemos siempre que tener en mente cual es el propósito de la disciplina. Es muy fácil olvidarlo, aún cuando lo hemos leído o escuchado. En momentos de enojo y frustración generalmente nuestra meta es que nuestros hijos se calmen y/o nos dejen de irritar con lo que están/no están haciendo.
Si somos honestos, esta forma de pensar de alguna manera sigue mostrando cómo nuestro corazón está ensimismado. La mayoría de veces que nos frustramos y enojamos con nuestros hijos es porque ellos están interviniendo en nuestra propia comodidad.
Cuando empecé a corregir a mi hijo Alex de forma más intencional (verbal y físicamente) no tenía aún claro el propósito primario de la disciplina. Muchas de nuestras frustraciones como padres precisamente se debían a que en el proceso de disciplina habíamos perdido el objetivo principal de ella.
LOS LEGOS
Cuando veo a mi hijo, me veo a mi mismo. Eso es algo bueno y malo al mismo tiempo. Cuando Alex empezó a jugar con legos, empezó a darse cuenta lo frustrante que era el ser paciente para poder encajar las piezas. Muchas veces al no poder hacerlo, gritaba, se frustraba y enojaba.
Con mi esposa siempre tratamos de enseñarle que podía pedir ayuda y que no debía de enojarse de esa manera. Sin embargo, una vez, al estar trabajando casi toda la tarde en un proyecto, la computadora se apagó y perdí la información. En el momento golpee la mesa y grité con enojo. Mi esposa, como siempre lo hace, en amor y gracia, me pastoreó y me hizo ver cómo era la misma reacción de mi hijo cuando algo le frustraba.
Durante bastante tiempo estuvimos tratando de enseñarle a Alex como lidiar con su frustración. Pero llegó el día en donde su enojo fue tal, que tomó los legos y los estrelló contra la pared mientras lloraba de enojo y le gritaba a mamá que ya no quería jugar con ellos.Obviamente eso para nosotros fue una alerta roja. Así que ese día, lo llevé conmigo y traté una vez más de realizar el proceso de disciplina que habíamos encontrado apropiado, verbal y físicamente. Al final, no podía permitir que Alex tirara los legos y reaccionara de esa forma.
EL PROCESO
El proceso era el siguiente: al jugar con los legos le recordábamos que si necesitaba ayuda, podía pedirla. Le decíamos que estaba bien sentirse frustrado si no podía hacer algo, pero que nos lo dijera para poder ayudarle. El sabía que si había una situación de enojo y reacción de su parte, lo llamaba conmigo, lo llevaba aparte, le decía que eso no era algo que debía de hacer y que recordara que podía pedir ayuda y, que debido a su comportamiento, yo iba a corregirlo con la paleta 3 veces. En medio de su llanto e intentos de zafarse, le pedía que moviera sus manos y no las metiera mientras yo lo corregía y terminaba con la pregunta «¿Lo vas a volver a hacer?»
Las primeras veces funcionó. Me sentía orgulloso. ¡Había alcanzado la cúspide de la disciplina física y bíblica para mi hijo! pero como todos sabemos, eso duro poco. A los días el volvía a lo mismo. Y a veces, aún peor. Lo que causaba en mi y en su mama frustración y enojo también. ¿Por qué no entiende? ¿Qué mas debemos hacer? El proceso es el proceso que hemos leído, aprendido y entendido. ¿Qué pasa?
Seguramente era de nuevo el efecto «Génesis 3» en mi hijo, pero sabía que había algo que no terminaba de encajar en el proceso. No fue hasta después que, pastoreado por un buen amigo y escuchando un par de buenos sermones respecto al tema de la crianza bíblica de hijos, el Espíritu Santo me hizo ver que yo no estaba entendiendo claramente el propósito de la corrección física en la biblia.
EL PROPÓSITO
Cuando nosotros leemos en Efesios 6 lo que Pablo escribe respecto a las relaciones entre padres e hijos, podemos caer en el riesgo de leerlo solamente en la superficie. Pablo dice:
«4 Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.» NVI
El resultado de tener hijos enojados, frustrados, rebeldes y molestos todo el tiempo es el no criarlos con disciplina e instrucción. Pero, ¿qué quiere decir eso? La disciplina tiene que ver con reglas y normas claras y no negociables. También con la corrección verbal y física. Y la instrucción tiene que ver con el proporcionar información para sabiduría, formación y madurez de nuestros hijos.
Ahora, si bien al momento de corregir a mi hijo, yo le daba corrección verbal y física, debido a que había roto las normas claras que le habíamos dado, no tenía claro lo que la instrucción debería de hacer en su corazón. En mi mente, el propósito de la corrección física y de ejercer disciplina e instrucción era que el dejara de tirar los legos a la pared mientras gritaba.
La verdad es, que aunque eso es algo que no debía hacer, el tirar los legos y gritar no era el problema principal. Alex iba (va) a dejar de tirar legos a los 5, 8, 10 años porque va dejar de ser un bebé de 2 años. El que el tirara los legos no era el problema fundamental. El verdadero problema, y el que yo estaba ignorando al momento de disciplinarlo era que no estaba siendo obediente a la voz de papá y mamá. Lo que yo estaba buscando al disciplinar a mi hijo era que dejara hacer estas cosas porque no eran buenas. Pero al final, la disciplina bíblica va mucho más allá de que el dejara de tirar legos y gritar.
REPRESENTANTES
Cuando leemos en contexto el verso de Ef.6.4 podemos entender un poco mejor el propósito de Dios en la relación de padres e hijos. Vean el verso 1
«Hijos, obedezcan a sus padres porque ustedes pertenecen al Señor, pues esto es lo correcto.» NTV
Respecto a este tema John Piper dice:
«No tiene sentido que Dios requiera que los niños obedezcan a los padres y, sin embargo, no requiere que los padres requieran la obediencia de los niños. Es parte de nuestro trabajo: enseñar a los niños la gloria de un espíritu feliz y sumiso a las autoridades que Dios ha establecido. Los padres representan a Dios ante los niños pequeños, y es mortal entrenarlos para que ignoren los mandamientos de Dios.»
Más allá de enseñarle a Alex de que no tirara los legos y gritara, mi labor principal como padre, bíblicamente, a través de la disciplina verbal y física, es que el aprenda a obedecer la voz de papá y mamá. Dios ha encomendado a papá y mamá como sus representantes en autoridad delante de él, para que el aprenda a someterse a la autoridad que Dios ha puesto en su vida, por su propio bien. Vean el verso 2.
««Honra a tu padre y a tu madre». Ese es el primer mandamiento que contiene una promesa: 3 si honras a tu padre y a tu madre, «te irá bien y tendrás una larga vida en la tierra»» NTV
El interés de Dios de que un hijo aprenda a obedecer la voz de autoridad de sus padres, representando a Dios, es que les vaya bien en la vida. ¿Por qué? Porque después de algunos años, cuando un niño no aprende a obedecer la voz e instrucción de sus padres, es cuando vemos historias de niños rebeldes, molestos todo el tiempo que ignoran la instrucción y disciplina y terminan haciendo lo mismo con todo lo que los rodea. No ponen atención a ninguna autoridad y de hecho, les enferma escuchar ese termino: autoridad.
OBEDECER
El obedecer, de hecho, es un reflejo de nuestro entendimiento del Evangelio.
5 Por medio de Cristo, Dios nos ha dado a nosotros, como apóstoles, el privilegio y la autoridad de anunciar por todas partes a los gentiles lo que Dios ha hecho por ellos, a fin de que crean en él y lo obedezcan, lo cual dará gloria a su nombre. Romanos 1.5
El propósito de la anunciación del Evangelio para Pablo, es que podamos creer en él y obedecerlo. Y más adelante lo confirma en Romanos 15.18 de nuevo.
Una y otra vez vemos cómo la biblia habla de que nuestra obediencia a Dios es el fruto de haber creído el Evangelio.
«14 Tomen nota de quienes rehúsan obedecer lo que decimos en esta carta. Aléjense de ellos, para que se avergüencen.» 2 Tesalonicenses 3.15
Si nosotros como representantes de Dios en nuestro hogar, no enseñamos a nuestros hijos a que obedezcan nuestra voz de autoridad para que les vaya bien, los estamos entrenando para una vida sin el gozo más precioso que un ser humano puede tener: obedecer a Dios y su palabra. ¿Alguna vez ha conocido a niños con los que cuesta estar cerca de ellos? Fíjese en la actitud de los padres cuando ellos están haciendo algo que no deben. Puede ser absolutamente nula o pasiva. Esto es lo que termina formando adolescentes rebeldes, constantemente enojados (Ef 6.4) y sin ningún respeto por las autoridades.
MALOS HÁBITOS
Un mal hábito que estaba reenforzando esto era la clásica frase de los padres: «Voy a contar hasta 3 y vas a dejar de hacerlo…» «1….2….21/4…21/2…..ya voy a ir… me voy a levantar…» o también el cambiar de opinión porque nos dio ternura o hasta lástima. Cuando le decimos que ya terminó la hora de ver TV y nos hacen una carita dulce y nos dicen «Voy a ver otro más ¿sí papi?» y automáticamente cambiamos las reglas que habíamos establecido.
¿Qué le enseñan este tipo de frases al niño? Que realmente nunca vas a hacer algo. Que puede esperar un tiempo para obedecer o que realmente sólo estas jugando también como ellos lo hacen porque no te quieres levantar en ese momento (que es cuando lo necesita) y disciplinarlo.
Estos malos hábitos de disciplina en el hogar es lo que producen después situaciones en público. Irónicamente creemos que por estar en casa no vale la pena ser tan disciplinados en la disciplina de ellos. El insistir y exigir obediencia en el hogar hará que nuestros hijos puedan crecer entendiendo lo que significa obedecer y someterse a la autoridad dada por Dios a ellos por su propio bien.
NO ES PERFECCIÓN
El entender la urgencia de disciplina bíblica y física en nuestros hijos requiere de un balance que sólo lo puede dar su palabra, la guianza y discernimiento de su Espíritu Santo y el consejo de la comunidad bíblica que nos rodea. Recordemos que no estamos exigiendo perfección, sino obediencia.
Al final el punto no es que Alex me obedezca y deje de tirar las cosas y gritar. Eso es una consecuencia, de que entienda que si papá y mamá dicen algo, el debe de obedecer, independientemente qué sea, porque es por su bien, es porque lo amamos y porque Dios ha puesto a mamá y a papá para guiarlo en instrucción y disciplina para que le vaya bien en la vida.
Cuando Alex tira algo porque está frustrado, sigo el mismo proceso, pero trato que entienda (y es mentira que los niños a su edad no pueden entender las cosas) que debe obedecer porque lo que le decimos es por su bien. Así que modificamos cuestiones básicas del proceso de disciplina, el cual puede variar a veces.
EL EVANGELIO
Lo llamo, le hago preguntas precisas como. ¿Crees que actuaste bien o mal? ¿Por qué? ¿Para qué están papá y mamá en tu vida? ¿Que dice Dios acerca de la desobediencia? ¿Quien ha sido el hijo mas obediente de la historia? ¿Por qué? ¿Que hizo? ¿A quien y porqué debes de pedir perdón? y es increíble como un niño de su edad (ahora 4 años) puede procesar información. Después de apuntar al evangelio y explicarle nuevamente porqué debe de hacer caso cuando papá o mamá dicen algo, lo corrijo, física o verbalmente, y luego le abrazo y le recuerdo cuanto lo amo y que todo esto es por su bien. No podemos dejar de pensar que todo esto debe de hacerse en un espíritu de amor. Así como cuando Dios nos disciplina, puede doler, pero quienes le amamos entendemos que es porque nos ama. (Heb. 12:6-7)
¿DE DONDE NACE LA OBEDIENCIA?
La expresión más grande de amor, es la obediencia. Lo que necesitamos enseñar a nuestros hijos es que ellos deben obedecer a la voz de sus padres, no porque son sus padres, sino porque nosotros les amamos. Es exactamente la misma temática que con el esposo y esposa. Pablo manda a las esposas a someterse a sus maridos. (Ef. 5.22) Pero si lo dejamos nada más ahí, no entendemos la razón.
El capítulo 5 inicia hablando de vivir en la luz, imitando a Dios en todo lo que hagamos (Ef. 5.1) y viviendo llenos de amor siguiendo el ejemplo de Jesús (Ef. 5.2) que se ofreció como sacrificio por nosotros. Luego nos insta a no vivir como necios sino con sabiduría (Ef. 5.15) para luego entrar a hablar de las relaciones de familia en donde el parámetro general y principal es el someternos los unos a los otros por honra a Cristo (Ef. 5.21)
Entonces, lo que significa el sometimiento mutuo, para la esposa es que, va a someterse por amor y en amor (a Cristo y a su esposo) a la autoridad que Dios ha puesto en su vida como un reflejo de la autoridad que Cristo tiene con su iglesia.
«24 Así como la iglesia se somete a Cristo, de igual manera la esposa debe someterse en todo a su marido.»
La pregunta entonces es, ¿qué esposa no quiere ser protegida, cuidada y guiada por un esposo que ama y se entrega como Cristo se entregó por la iglesia? (Ef. 5.23) La base del sometimiento a la autoridad tiene tres pilares en este texto: el amor a Cristo, el amor muto y por ende, la obediencia.
En ese mismo contexto Pablo sigue hablando dela relación de los padres con los hijos. El contexto sigue siendo el amor, la protección y la honra a Cristo como razones para la obediencia y el sometimiento. Lo triste es, que siempre queremos exigir de buena o mala forma la obediencia de los hijos, pero obviamos los parámetros que como esposos se nos dan a nosotros. ¿Amamos a nuestra esposa como Cristo amó a la iglesia? ¿Nos sometemos los unos a los otros como la iglesia a Cristo? El ejemplo para nuestros hijos es clave en los resultados de la disciplina en su vida.
CONCLUSIÓN
Si bien las cosas han mejorado muchísimo en nuestro caminar de disciplina con nuestros hijos, no es fácil. Especialmente a esta edad ellos requieren mucha repetición. Una y otra vez el mismo mensaje para que puedan de alguna manera asimilarlo. Muchos de nosotros probablemente no tuvimos ese tipo de disciplina de niños, lo cual lo hace más difícil. Pero no es una excusa para no hacerlo ahora. Es nuestra oportunidad de criar nuevas generaciones centradas en el evangelio, que entiendan claramente lo que es la obediencia a Dios a través de entender la obediencia a sus padres, por su bien, para su salvación y para la gloria de Dios.
Mi anhelo es que, cada vez que tenga la oportunidad, pueda yo mostrarle a mis hijos que la disciplina y el sometimiento a papá y mamá sólo es una sombra y un reflejo de la disciplina y el sometimiento al mejor Papá de todos. Que yo voy a fallar una y otra vez, pero que hay un mejor Papá que nunca va a fallar.
Mi oración es que ellos puedan ver que estos ejercicios de disciplina verbal y física están moldeando su corazón para que le vaya bien en la vida, una vida que no será fácil, pero que al someterse a la autoridad de Dios (su palabra) le irá bien. Que cuando le doy una «nalgada» no es con el propósito de deprimirlos o causarles pensamientos suicidas, como ridículamente algunos plantean. Si no que porque cuando vengan los problemas o retos, recuerde que la sumisión y obediencia a la autoridad que Dios puso en su vida es un reflejo y ejercicio de la sumisión y obediencia a un Dios que lo ama. Y que esto produzca en ellos obediencia en su corazón por amor a lo que Dios es mas que por temor en cualquier situación de su vida.