Es tan común escuchar frases como «Sólo cree, no cuestiones», «No tienes que analizar nada, sólo ten fe» – «La fe es como caminar a ciegas». Si bien entiendo el mensaje que quieren transmitir, y el corazón con el que lo quieren decir, es importante entender lo que estamos comunicando. En muchas ocasiones suena como que si quisiéramos condenar o hasta satanizar la duda. En otras ocasiones, frases como «No te pierdas en medio de tanto conocimiento de la palabra de Dios, sólo ten fe» son usadas para enseñarnos que deberíamos de tener una fe ciega. Una fe en donde el objeto de la fe, es la fe misma. Una fe que condena la duda, cuando la duda es esencial para una fe sana, fuerte y bíblica.

Si la duda no existiera, nuestra fe no podría ser una fe completa. Nuestra vida entera está llena de cuestionamientos y dudas desde el inicio. Eso ya es bastante que procesar. Si a eso le agregamos la enseñanza de que tener dudas es algo pecaminoso, nuestra vida será una vida de constante frustración, enojo, ira y depresión. La duda es algo que todo ser humano experimenta toda la vida, pero la Iglesia (I mayúscula) no lo ha sabido manejar de la mejor manera. La palabra de Dios está llena de personas con dudas que fueron incluso expresadas a Dios mismo. En Iglesia Reforma acabamos de terminar de predicar el libro de Habacuc. Un profeta con mucha duda, cuestionamientos y que los expresa a Dios en forma de lamentos. Vimos también historias como la de las Hermanas Afligidas las cuales al ver su pasado cuestionan a Jesús con la afirmación: «Si tu hubieras estado acá mi hermano no hubiera muerto».

La Respuesta de Dios

Lo hermoso de las narrativas bíblicas respecto a los personas que expresaron sus dudas es que Dios nunca los reprendió. Dios nunca ha reprendido a nadie por dudar o cuestionar. Y si existe alguna narrativa en donde pareciera que lo está haciendo, como al decirle a sus discípulos «Hombres de poca fe», al entender y estudiar su contexto podemos estar seguros de la intención de la afirmación de Jesús. Sólo basta con recordar la historia del hombre que probablemente tuvo la duda y cuestionamiento más grande de la historia. Después de vivir, conocer y ser discipulado por Jesús, Tomás afirma que no creerá hasta que vea a Jesús y pueda tocar sus manos y costado. (Jn. 20:25) Tomen en cuenta que Tomás estaba con Jesús cuando él resucitó a Lázaro y aún así el quería más pruebas de la deidad de Jesucristo. ¿Cómo responde Jesús? ¿Regañándolo, acusándolo? No, el Señor le responde de la forma que caracterizó siempre su ministerio: con gracia y verdad. El afirma y fortalece la fe de Tomás a través de su duda y le da respuestas, como a Habacuc, como a las Hermanas Afligiadas; porque Dios no condena la duda y es muy evidente en las escrituras y por testimonio de muchos, que muchas veces Dios tolera y acepta más la duda que su Iglesia.

Cuando hay absoluta seguridad de algo, no existe lugar para la fe. Debemos de confrontar, aceptar y exponer nuestras dudas y cuestionamientos sin miedos. Si alguien te condena por tenerlos, ese alguien realmente no entiende lo que es la fe. De hecho, es por esta razón por la que creo que la mayoría de cristianos nominales tienen serios problemas en articular porqué creen lo que creen. La razón principal por la que esto sucede es porque un cristiano nominal no examina ni estudia la palabra de Dios. Cuando estudiamos, por ejemplo, el libro de Juan, nos damos cuenta de quién es Jesús, qué vino a hacer y qué es lo que él ofrece. El libro de Juan tiene el propósito de mostrarle a los lectores originales (judíos) y a nosotros, quién es Jesús y qué es el Cristianismo.

 

Sin embargo, el cristianismo hoy se ha confundido con una RELIGIÓN moralista en donde a muchos se les obliga a poner una cara contenta y a anular toda duda respecto a su fe, su vida y sus circunstancias porque: Dios es bueno y es amor. Algunos líderes han pecado terriblemente al afirmar frases como «No te pierdas en medio de tanto conocimiento de la palabra de Dios, sólo ten fe». No sólo han fallado en afirmar dicha doctrina, sino ha logrado infringir una culpabilidad y peso imposible de llevar por cualquier ser humano. La carga y el peso de la duda es grande y puede tener estragos terribles en la vida del creyente si la duda no tiene un sustento en nuestra vida. Un sustento sólido e inquebrantable.

El Sustento de la Fé

En la narrativa de Abraham, el «Padre de la fe» podemos ser tentados a pensar que el le creyó a Dios y actuó en fe ciega siguiendo instrucciones. Sin embargo, Hebreos 11:19 es claro al explicar que esa fe fue una fe razonada EN EL CONOCIMIENTO DE QUIÉN ES DIOS. ¿En donde otro lugar podemos conocer quién es Dios que no sea en su palabra? ¡En ningún otro lado!. Es la palabra de Dios, la que creó el universo, la que sostiene el universo y la que nos informa respecto a nuestras dudas y cuestionamientos. El afirmar que debemos de vivir ciegamente por fe es sólo una evidencia de la falta de estudio y entendimiento contextual de la palabra de Dios. Dios no te pide que dejes el cerebro en la puerta del templo. Dios no te pide que vivas una vida perfecta, sólo Cristo la vivió y esta es imputada a nosotros a través de sus méritos en la cruz y su resurrección. C.S Lewis, un prominente autor, pensador e intelectual cristiano vivió 15 años como un ateo luchando con dudas, las cuales lo llevaron a los pies de la cruz. No sólo la biblia nos relata historias de hombres y mujeres que tuvieron dudas. Toda la historia de la humanidad nos muestra historias de hombres y mujeres como Madre Teresa, Martín Lutero, Spurgeon y otros que experimentaron cómo sus dudas fueron elementales para el fortalecimiento de su fe a través de conocer y profundizar en la palabra de Dios.

He conocido a lo largo de mi vida hombres y mujeres que están dispuestos a invertir lo que sea necesario por su crecimiento académico y profesional. Tiempo, dinero y esfuerzo invertidos para poder desarrollarse en las carreras que les apasionan. ¿No deberíamos tener la misma actitud con el aspecto más importante de nuestra vida? Por favor Iglesia, dejemos de creer que ser cristiano significa no tener dudas y vivir una fe ciega escuchando y aceptando absolutamente todo lo que se nos dice sin cuestionarlo y compararlo a la luz de la verdad absoluta = la palabra de Dios. La disciplina es una virtud olvidada y rechazada por todos aquellos que no han entendido lo que está en riesgo. Esta vida no se trata de ser positivo, no se trata de tener fe en la fe, eso es insuficiente para la vida cristiana. En esta vida, debemos de ahondar en el conocimiento de quién es Dios a través de su palabra, de eso se trata esta vida. Como el tema central del libro de Habacuc: El Justo por la Fe Vivirá. Vivir creyendo que la obra de Cristo en la cruz y su resurrección son suficientes para nosotros en cualquier situación. Dudar no es sinónimo de pecado, dudar y cuestionar está bien, es necesario y es lo que todo cristiano maduro y centrado en la palabra de Dios ha experimentado para poder a través de Cristo, fortalecer y sostener su fe. Jesús está dispuesto a escucharte y responderte a través de su palabra, como a Habacuc, Las Hermanas Desesperadas y Tomás, entre otros miles de millones de personas que han tenido a la duda como esencia de su fe.

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