Esta semana prediqué en la iglesia sobre los primeros once versos del libro de Habacuc. Un libro que muestra una conversación entre el profeta y Dios. Habacuc se duele al ver la maldad y la injusticia en Judá, Habacuc y cuestiona a Dios ¿hasta cuando? y ¿porqué?. Y es que si somos honestos, muchas veces al ver nuestro contexto en el mundo y en nuestra vida nos hemos cuestionado ¿En dónde está Dios? ¿Porqué no hace nada? Sin embargo, esta pregunta ha sido «usada» por amigos ateos y/o postmodernistas con el objetivo de probar la inexistencia de Dios.

Este sentimiento de duda respecto al sufrimiento no es extraño a nadie. De hecho, si vemos en la televisión los programas más famosos tienen una temática de justicia. Un equipo de personas que se dedica a buscar a los culpables, victimas obteniendo justicia o superhéroes que pelean por la justicia en el mundo. La injusticia es un tema que ha provocado marchas, protestas y cuestionamientos personales en toda la historia de la humanidad.

Algunos amigos que se consideran ateos de hecho lo usan como un argumento en contra de la existencia de Dios. Muchos usan el famoso «dilema de Epícuro» postulado por el filósofo griego del mismo nombre (341 a.C.-270 a.C.) que en resumidas cuentas cita de la siguiente manera:

1. Si Dios puede evitar el mal y no lo hace, no es omnipotente
2. Si Dios quiere evitarlo y no lo hace, no es bueno.
3. ¿A caso no puede o no quiere? ¿Porqué entonces llamarlo Dios? (Aunque esta línea podría haber sido agregada después por David Hume)

Este «dilema» o en otros casos llamado «trilema» si bien a primera vista es difícil de argumentar en su contra, realmente cae por su propio peso. Dos argumentos en su contra podrían ser los siguientes:

FILOSÓFICAMENTE

En primer lugar, no es un dilema. Lo que estas líneas representan realmente es lo que se conoce como la falacia lógica de un «Falso Dilema»:

La falacia lógica del falso dilema involucra una situación en la que se presentan dos puntos de vista como las únicas opciones posibles, cuando en realidad existen una o más opciones alternativas que no han sido consideradas.

El famoso «dilema» sólo presenta dos opciones: Dios no puede ponerle fil al mal o Dios no quiere hacerlo. Para considerarse un argumento, sólo nos presenta por default dos únicas opciones. No considera que Dios puede permitirlo por alguna razón o considerar el hecho de que podemos ver, entender, saber y estar absolutamente todo lo que ocurre en el mundo para afirmar que él no está haciendo nada al respecto. ¿Sería Dios realmente Dios si pudiera un ser humano finito y falible entenderlo por completo?

En segundo lugar, los conceptos. Lo que falta al «dilema» es algo esencial para cualquier argumento: la conceptualización de los términos usados: ¿Qué es malo? ¿Qué es bueno? ¿Quién es Dios?

C.S Lewis dijo lo siguiente:

Es sumamente importante examinar las suposiciones dentro de las preguntas

El proceso de identificar, conceptualizar y analizar es la base para la argumentación de la verdad. ¿Quién define qué es malo? ¿Porqué es malo?. Una de las características de muchos que se consideran ateos y tristemente aún de quienes dicen ser creyentes es la subjetividad moral y el relativismo. La doctrina que afirma que lo bueno y lo malo en cuestiones morales la define cada individuo según su opinión personal.

Para un ateo y el postmodernismo no existen los absolutos, todo es relativo y subjetivo. Si un hombre de unos 40 años dice que el no es un hombre de exactamente 40 años y quiere entrar al baño de niñas, porque el se considera a si mismo una niñita de apenas 7 años; hoy en muchos lugares está en su derecho ¿cierto? no hay verdad absoluta, todo es relativo a la opinión personal. Entonces la pregunta sería de nuevo ¿qué es malo? ¿Matar? hay millones de asesinatos de bebés al año. Pero para muchos postmodernos y ateos todo depende de «¿qué se considera una vida?» para unos es a las 12 semanas para otros a las 8 para otros nunca media vez estén en el vientre de la madre. ¡Todo es relativo!

Por otra parte, la cosmovisión de un ateo la humanidad no es más que «polvo de estrellas» somos producto de la nada y no tenemos ni servimos ningún propósito más que existir por casualidad que han evolucionado desde hace millones de años. Entonces, si la base de la evolución es la supervivencia del más apto o más fuerte, ¿porqué categorizar como algo malo las guerras? ¿porqué protestar en contra del «1% que es dueño del 90% de la economía mundial»? Lo irónico dentro del contexto del postmodernismo es que gritan a los cuatro vientos la doctrina del karma, pero al mismo tiempo se cuestionan la premisa de la doctrina. ¿Porqué existe el mal?

El problema del mal en el mundo no es algo que podamos tomar a la ligera. Es un cuestionamiento válido y muy común. John Dryden, poeta Inglés lo afirma con las siguientes palabras:

Toda la felicidad que la humanidad puede alcanzar, está, no en el placer, sino en el descanso del dolor

Al plantear un «dilema» como el de Epícuro cualquier persona está asumiendo que si existe el mal y por ende debería existir el bien. Ese «bien» debería de originarse en una ley moral que podamos usar para diferenciar qué es bueno y qué es malo. Cualquiera que no esté de acuerdo con esta premisa, no puede por ende, usar el «dilema de Epícuro» ya que está sujeto al subjetivismo personal. Por otra parte, si alguien está de acuerdo que debería de existir una ley moral objetiva y absoluta para definir que asesinar, robar y mentir es malo, debería de cuestionarse ¿quién da esa ley?. Sigamos entonces la lógica de este argumento:

  1. Si no existe alguien que de una ley moral absoluta
  2. No existe una ley moral absoluta (todo será entonces subjetivo y personal)
  3. Por ende, no existe lo bueno
  4. Si no existe lo bueno, no existe lo malo

TEOLÓGICAMENTE

El cuestionamiento referente al dolor, al mal y a la injusticia es un cuestionamiento existencial que como CS Lewis afirma, muchas veces no analiza las suposiciones que hacemos al usar algo tan vacío e incongruente como el «dilema» de Epícuro. Como cristianos podemos afirmar que si bien no logramos entender la complejidad del sufrimiento, podemos entender su razón, y más allá de la razón podemos entender y conocemos la solución. Es acá cuando la pregunta deja de ser filosófica y se convierte en una pregunta teológica en donde sólo el Evangelio puede dar sentido a ella.

Teológicamente, el «dilema» también cae por su propio peso al querer asumir que la naturaleza humana está inclinada al bien y al querer inferir que la responsabilidad de los actos humanos deberían de ser cuestionados a Dios.

Debido a que el propósito del post no era responder al «dilema» de una forma teológica. Pueden, si quieren ahondar más en el tema, comprar este librazo de John Piper y Justin Tylor.

«John Piper and Justin Taylor compilaron las obras de ocho autores que abordan el tema de la soberanía de Dios sobre sufrimiento humano. Este no es un libro académico, sino un libro escrito por personas que sufrieron de dolores en su vida y que desean compartir con los lectores las enseñanzas que recibieron de Dios en medio de los momentos desagradables en sus vidas. Este libro surge a partir de experiencias reales y aplica las Escrituras al mundo en que vivimos. Servirá de motivación a los cristianos a vivir una vida más llena de la gracia de Dios.» Amazon

 

También pueden descargar el siguiente libro gratis:

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Para meditar, les dejo la lectura del libro de Romanos, y recuerden siempre el dilema más serio que alguien que afirma que Dios no existe puede tener: Al ver la maldad, querer acusar y/o buscar explicaciones de aquel que afirma no existe.

La Consecuente Corrupción del Hombre

24 Por lo cual Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos.25 Porque ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén.

26 Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza. 27 De la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío.

28 Y así como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen. 29 Están llenos de toda injusticia, maldad (perversidad), avaricia y malicia, llenos de envidia, homicidios, pleitos, engaños, y malignidad. Son chismosos, 30 detractores (calumniadores), aborrecedores (enemigos) de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos (arrogantes), inventores de lo malo, desobedientes (rebeldes) a los padres, 31 sin entendimiento, indignos de confianza (desleales), sin amor, despiadados. 32 Ellos, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican.

Romanos 1:18-32

 

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